Luego de sufrir un accidente de tránsito a los 19 años, Terry Wallis fue declarado en estado vegetativo. Pero con el paso del tiempo, comenzó a dar señales de conciencia, pasando así a un estado mínimo de conciencia, del que logró despertar en junio de 2003 cuando saludó a su mamá llamándola por su nombre. Tenía 19 años sin pronunciar palabra. Su caso adquirió prominencia y un grupo de científicos examinó su cerebro en un estudio sin precedentes. Determinaron que había desarrollado nuevas conexiones neuronales.
El estado de coma más largo documentado por los Récord Guinnes hasta la fecha es el de Edwarda O’Bara, quien falleció en 2012 luego de estar 42 años en estado de coma por una crisis diabética. “Prométeme que nunca me dejarás”, dijo a su madre antes de perder por completo la conciencia en una sala de emergencia en 1970 cuando apenas tenía 16 años. Su madre cumplió con su palabra y la cuidó en casa hasta fallecer en 2008. Después, su hermana se encargó de atenderla. Su historia está recogida en el libro “Una promesa es una promesa” y las ganancias van para ayudar a la familia que enfrenta grandes dificultades financieras a raíz de los gastos médicos.
El policía recibió un disparo en la cabeza en 1988 que lo dejó en estado de coma durante años. En 1996 tras ser sometido a una operación del pulmón, despertó inexplicablemente y empezó a hablar. Recordaba los nombres de amigos y parientes y detalles del pasado. Los médicos luego aclararon que en vez de estar en un estado mínimo de coma, el oficial probablemente tenía el llamado Síndrome del Enclaustramiento, que ocurre cuando el paciente está como “encerrado en su cuerpo”, sin poder hablar o moverse, pero consciente de lo que ocurre a su alrededor. Un caso similar al que aparece en el filme La Escafandra y la Mariposa que se basa en la historia real de Jean Dominique Bauby. El milagro de McLaughlin no duró mucho: a las 18 horas volvió a perder la conciencia y luego murió.
Su caso dio la vuelta al mundo y despertó el debate sobre las implicaciones del estado vegetativo permanente, en el que cayó en 1990 luego de sufrir una falla del corazón. Después de que la mantuvieran viva conectada a una sonda alimentaria durante una década, su esposo pidió a los tribunales desconectarla, pero los familiares de Schiavo se negaron y el caso se convirtió en estandarte del movimiento al derecho a morir y de quienes se le oponen. En marzo de 2005 la corte federal determinó que la desconectaran y murió.
Un artículo de prensa publicado en un medio polaco -del que muchos otros periódicos se hicieron eco- informó que este hombre había despertado de un estado de coma 19 años después. Aparentemente, en el artículo contaba su asombro al enterarse de cómo el país había avanzado tras la caída del régimen comunista, de lo que supuestamente nunca tuvo registro, algo similar a lo que ocurre en la película Goodbye Lenin. Pero tiempo después, el propio Grzebski desmintió la historia asegurando que jamás había hecho tales declaraciones y que solamente estuvo en coma durante 4 años.