Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades hacen una importante distinción que hay que tomar en cuenta. Cuando se trata de superficies con muchos gérmenes y bacterias como un inodoro, no basta con limpiar con agua o jabón; hay que desinfectar con cloro u otros agentes desinfectantes.
Al limpiar solamente se remueven los gérmenes y otras impurezas de superficies, pero no se les mata, lo que solo se logra efectivamente al desinfectar.
La agencia aconseja que primero se haga una limpieza superficial que elimine los sucios visibles, de modo que el desinfectante luego pueda penetrar bien la superficie y hacer su trabajo.
No todos los limpiadores o jabones tienen el poder necesario para exterminar la mayoría de los virus y bacterias de un inodoro.
¿Cómo escoger el producto adecuado? Si la etiqueta dice que “mata el 99.9% de los virus y bacterias”, significa que la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) ha hecho pruebas que comprueban que, en efecto, cumple con esa promesa.
Una opción infalible y económica es el cloro. La EPA recomienda que se diluya un tercio del producto por cada galón de agua.
Aunque no sea lo más cómodo, usar guantes desechables es esencial por varias razones.
La primera y más obvia: no querrás que todos esos patógenos terminen accidentalmente en tus manos. Además, estos te protegerán de quemaduras o irritaciones causadas por los agentes químicos desinfectantes.
La mayoría de la gente cree que esta es la parte más sucia y contaminada, pero se ha determinado que en realidad acumula menos bacterias que otras superficies del váter que entran en contacto con la piel, pues hasta cierto grado se ‘limpia’ cada vez que bajamos la cadena.
En todo caso, los expertos recomiendan que, después de una limpieza general a las superficies exteriores, se comience a desinfectar por aquí. De lo contario, cuando lo hagas podría salpicar y volver a contaminar otras zonas.
Para desinfectar la taza, aplica simplemente el agente desinfectante para el inodoro, empezando por donde sale el agua y luego echando un poco del producto directamente en el fondo. Luego, estruja vigorosamente toda el área con el cepillo en círculos de arriba abajo.
Uno de los errores más frecuentes es bajar la cadena de inmediato cuando lo ideal es esperar los minutos recomendados en la etiqueta para que el producto actúe.
Al terminar de usarla, rocía la cabeza con aerosol desinfectante, déjala reposar durante unos minutos y enjuágalo con agua caliente. Lo ideal es esperar a que esté seca para guardarla en su vaso contendor -que también hay que limpiar regularmente-.
Ten en cuenta que, bien cuidado, un cepillo del inodoro tiene una vida útil de seis meses. Si las cerdas están dobladas o la forma general se ha deformado, es hora de comprar uno nuevo.Rocía el desinfectante por la base del inodoro, la parte superior e inferior del asiento y de la tapa, la manija, el tanque y también las bisagras que unen la tapa con la base principal del váter.
El Consejo Mundial de Higiene recomienda utilizar toallas desechables. No es lo más ecológico, pero ciertamente sí lo más higiénico. Si prefieres usar una esponja o trapo asegúrate de ponerlos en remojo con desinfectante o lejía durante toda la noche.
Una buena opción para la parte exterior del inodoro son las toallas desinfectantes.
Para los rincones más inaccesibles como las bisagras o el borde de la base del váter se puede usar un cepillo de dientes que esté claramente identificado para este objetivo.
Sin que te des cuenta, los patógenos fácilmente pueden traspasar las fronteras del inodoro, como, por ejemplo, cada vez que bajas la cuerda sin antes tapar el inodoro, o que alguien ‘apunta’ mal al hacer sus necesidades.
De hecho, varios estudios han comprobado que la mayoría de los cepillos de dientes contienen trazas microscópicas de materia fecal -aunque es poco probable que te enfermes por ello-.
En todo caso, de nada vale que tengas un inodoro impecable, si el resto del baño sigue estando contaminado.