El 'doll test' o experimento de las muñecas fue un experimento psicológico que se creó en los años 40 en Estados Unidos para comprobar el nivel de marginación percibido por los niños negros debido a prejuicios, discriminación y segregación racial.
En el experimento original, elaborado por el doctor Kenneth Clark, un grupo de niños tiene que elegir entre una muñeca blanca y otra negra; también se les pregunta cuál es mejor. Casi todos optan por la muñeca blanca.
En recreaciones posteriores, se han obtenido respuestas similares. Clark concluyó que “los prejuicios, la discriminación y la segregación” hicieron que los niños negros desarrollasen una sensación de inferioridad y odio.
Es importante darse cuenta de que existe una estrecha relación entre la familiaridad hacia algo o alguien y el juicio que establecemos. Es decir, cuanto más expuestos estamos a algo, más nos gusta y viceversa. Esto es lo que viene a decir la Teoría del efecto de mera exposición o “principio de familiaridad”.
Por otra parte, las investigaciones sobre el cerebro muestran que, al familiarizarnos con algo, lo tememos menos. El miedo a lo desconocido, por tanto, puede provocar los prejuicios hacia otra raza. La neurociencia prueba que nuestros cerebros responden de forma diferente, incluso a nivel inconsciente, ante rostros de otras razas o culturas.
El miedo está profundamente arraigado en los organismos que han sobrevivido durante millones de años de evolución, incluidos nosotros.
Al igual que otros animales, los humanos aprenden a tener miedo de su propia experiencia (te ataca un perro, o ves cómo un perro muerde a alguien). También aprendemos cuando nos dicen que tengamos cuidado con los perros sueltos por el campo.
El tribalismo está muy ligado al miedo. Nos retraemos al tribalismo (nuestros iguales) cuando tenemos miedo, una ventaja evolutiva que ayuda a la cohesión y a la supervivencia del grupo. Sin embargo, muchos políticos se han valido del tribalismo para sus propósitos, con estrategias como deshumanizar al otro, colocándole la etiqueta de inferior, o convertir a todo el grupo en un concepto. Puede ser una raza pero también cualquier otro aspecto real o imaginario: liberal, conservador, hombres blancos, musulmanes, chinos, etc.
Esta es una actitud que caracteriza al presidente actual. “Puedes ser un chino, mexicano, musulmán, demócrata, liberal, un periodista o una mujer. En tanto en cuento no pertenezcas a su tribu, te retrata como subhumano, menos valioso, y un enemigo", escribe Aras Javanbakht, profesor asociado de psiquiatría en la Wayne State University.
Desde luego: volvamos a leer la cita de Mandela. El desafío es transformar el miedo, el odio y otras emociones negativas en confianza y amor, y aprender a humanizar y desconceptualizar al otro. Si pasamos tiempo con otros, los conocemos y hablamos y compartimos una comida con ellos, nos daremos cuenta de que son como nosotros: humanos, con todas las fortalezas y debilidades que nos caracterizan. Algunos son fuertes, otros débiles, algunos divertidos y otros sosos.
“Desde luego que podemos aprender a amar”, escribe Richard J. Davidson, director del Centro para Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison. Davidson recuerda que el amor y otras capacidades prosociales son “más naturalmente” parte de quiénes somos como humanos que sus opuestos. Mientras que aprender a amar a miembros de nuestros grupos se siente como algo natural, extender el amor a personas neutras o incluso personas que nos desagradan es mucho más desafiante, pero sabemos que es posible entrenando la mente.
“El miedo contrae la conciencia. Cuando conciencia está contraída", dice Davidson, "literalmente no vemos, escuchamos ni sentimos lo que nos rodea. Nuestro campo de la percepción se encoge y la realidad se distorsiona de forma que terminamos viendo solamente lo que queremos, y no lo que está actualmente ocurriendo”, dice Davidson.
Tras estudiar e investigar el amplio universo de los prejuicios individuales, algunos expertos concluyen que más que ser propiedad de los individuos, los prejuicios se encuadran en contextos sociales.
La transformación de estos contextos sociales (contratando a más personas de minorías en puestos de responsabilidad, por ejemplo) podría ser, de acuerdo con algunos investigadores, una manera más efectiva de reducir los prejuicios que cambiar actitudes individuales. Aunque ambas aproximaciones, por supuesto, pueden y deben ir en paralelo.