“La razón maligna” detrás de la vacunación es obligar al uso del pasaporte de vacunas
“La razón maligna que explicaría por qué todos están siendo vacunados es que vamos a obligarlos (…) a usar el primer y único sistema de identificación basado en el pasaporte de vacunas del mundo. Si la gente no se resiste a esto, creo que es el fin de la democracia en todas partes”.
Crédito: Nathan Howard/Getty Images

Michael Yeadon asegura que hay una “razón maligna” tras los esfuerzos por vacunar a la población contra el covid-19, que es obligar al uso de un sistema de identificación basado en el pasaporte de vacunas que llevará a un “control totalitario”. Esta afirmación es falsa y engañosa porque la vacunación lo que busca es hacer frente a la pandemia y las iniciativas de pasaportes de vacunas han sido aisladas e incluso cuestionadas. Si bien eventualmente su uso podría limitar ciertas actividades, responde a la emergencia de salud.

El verdadero objetivo de las 14 vacunas que se han usado en el mundo es prevenir la enfermedad, que ha causado 3,392,840 muertes hasta el 17 de mayo. Son una “herramienta nueva y esencial para poner fin al covid-19”, destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Joaquin (Quim) Madrenas, profesor de la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), no está de acuerdo con la afirmación de Yeadon según la cual el pasaporte de vacunas busca controlar y hará que la vida de las personas sea más limitada, al punto que sería “el fin de la democracia en todas partes”.

“Creo que es una visión negativa extrema de una medida de salud pública. En salud pública, siempre hay que considerar el balance entre el bien individual y el bien común e intentar desarrollar estrategias que respeten libertades. Esta y otras medidas a considerar podrían ser de carácter temporal y voluntaria”, explica Madrenas a El Detector.

En Estados Unidos, la Casa Blanca descartó la imposición de cualquier forma de pasaporte de vacunación y aseguró que no creará una base de datos federal de personas vacunadas. Los estados tienen posturas diferentes. Mientras Nueva York estableció incentivos para los negocios que exijan a sus clientes pruebas de vacunación, Florida anunció que prohibirá este tipo de práctica.

La Unión Europea lleva meses debatiendo la aplicación del pasaporte de vacunación, que enfrenta fuertes objeciones por ser considerado discriminatorio. Hasta ahora, según afirmó el comisario de Justicia de la UE, Didier Reynders, parece que su función sería meramente informativa.

Si bien hay iniciativas aisladas para digitalizar ese control, la idea no está centralizada ni cuenta con un consenso mundial. En Israel existe el “pase verde”, que permite a los vacunados asistir a conciertos, eventos deportivos o restaurantes; e Italia ha adelantado el “pasaporte covid” para permitir el ingreso y la movilidad de los turistas en su territorio. Pero, como dijimos, son medidas que responden a una situación de emergencia, como es la pandemia.

“Si, por otro lado, mi pasaporte de vacunas no es válido, se me impedirá cruzar un umbral o realizar una transacción. A eso lo llamo control totalitario”, señala Yeadon. Esta afirmación es engañosa porque no es lo mismo regular determinadas actividades por razones de salud pública a establecer un control totalitario sobre la población. En los lugares donde hasta ahora se ha contemplado es para limitar concentraciones multitudinarias o el tránsito de viajeros con el fin de contener el virus.

Esta última medida es, incluso, cuestionada abiertamente por la OMS, que exhorta a los gobiernos a “no exigir un certificado de vacunación como condición de entrada en el país”. Advierte que “la exigencia de certificados de vacunación puede aumentar las desigualdades y limitar la libertad de circulación de las personas no vacunadas”.

Las tarjetas o certificados de vacunación no son nuevas. Durante décadas muchos países y la propia OMS las han requerido para que los viajeros demuestren que han sido vacunados contra ciertas enfermedades, como la fiebre amarilla.

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“No se vacune a menos que sea muy vulnerable al virus”

“Si no está en riesgo de contraer el virus, riesgo grave, es anciano o está enfermo, no se ponga la vacuna”. Las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) “deben ser menos seguras que las vacunas convencionales”.
Crédito: Kenzo Tribouillard/AFP vía Getty Images

Yeadon recomienda que “si no está en riesgo de contraer el virus, riesgo grave, es anciano o está enfermo, no se ponga la vacuna” porque “no tiene un riesgo elevado que reducir”. Es falso que quienes no están en el grupo de mayor riesgo frente al covid-19 no deban vacunarse porque igual tienen riesgo, aunque sea menor, y las vacunas son seguras y permiten reducir la transmisión del nuevo coronavirus, frenar la aparición de variantes y alcanzar la inmunidad colectiva.

“Este virus afecta, de manera prioritaria, a poblaciones envejecidas y pluripatológicas [con más de una enfermedad crónica], registrándose una mayor letalidad”, explica la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Pero eso no quiere decir que no sea fundamental la vacunación en personas que no parecen tener un alto riesgo de enfermar gravemente o morir de covid-19, pues una cosa es tener menos riesgo y otra muy distinta “tener riesgo cero”, como advierte Estanislao Nistal Villán, virólogo y profesor de Microbiología de la Universidad CEU San Pablo (Madrid), a El Detector.

“No vacunar a una parte de la población significa que esa población sirve como una especie de reserva para la transmisión continua”, señala David Hamer, profesor de la Universidad de Boston, en una verificación de la agencia de noticias AP. Agrega que una gran cantidad de virus en circulación da más oportunidades a que aparezcan mutaciones.

Y es que no en vano la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) recién autorizó el uso de emergencia de la vacuna contra el covid-19 de Pfizer en personas de 12 a 15 años, aunque no forman parte de la población de mayor riesgo.

La vacunación es fundamental para alcanzar la inmunidad colectiva, que según los expertos se lograría cuando alrededor de 70% o más de la población tenga inmunidad.

“La inmunidad de rebaño puede reducir el riesgo de que vuelva a haber brotes”, destaca Estanislao Nistal Villán. “Me parece aceptable el riesgo mínimo de vacunarme y proteger a toda esa cadena transmisión con respecto a no vacunarme, pero eso es un tema también de concienciación social”.

Este virólogo recuerda el debate en España sobre la necesidad de vacunar frente al meningococo B debido a su baja incidencia. “Es muy baja si hablas de números, pero que te toque a ti no. ¿Y qué riesgo tiene vacunarse? Pues, muy poquito o ninguno. En ese sentido, entre tener poco riesgo y tener prácticamente nada de riesgo pues yo elijo el último si el riesgo de vacunarme es ínfimo”.

En la historia se han puesto vacunas para el sarampión, las paperas y la rubéola aun cuando el riesgo frente a estas infecciones es bajo o ninguno, destaca Hamer.

Yeadon cuestiona las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna), que “deben ser menos seguras que las vacunas convencionales”, y dice que “no es suficiente decir que no use la AstraZeneca debido a los coágulos de sangre, use otra”, porque en todas las vacunas que producen la proteína spike “verás un espectro similar de efectos no deseados”. Esto es falso pues las vacunas contra el covid-19 han contado con los mismos controles y normas de seguridad habituales que cualquier otra vacuna y sus beneficios superan con creces los riesgos, como ya ha sido verificado en El Detector.

Los casos de trombosis o coágulos sanguíneos tras la vacunación son “extremadamente raros” y hasta la fecha han sido reportados con las vacunas de Johnson & Johnson y AstraZeneca en mujeres de entre 18 y 49 años. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) apuntan que actualmente “no hay evidencia” de que exista una vinculación entre las vacunas de ARN mensajero y este tipo de casos de trombosis.
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Los niños “no son susceptibles de enfermarse con el virus”

“Se están llevando a cabo ensayos pediátricos, estudios en niños para una enfermedad que nunca contraen. En Reino Unido, por ejemplo, ni un solo niño que estaba saludable adquirió este virus y murió. Ni uno”.
Crédito: Brent Stirton/Getty Images

Es falso que los niños no puedan tener covid-19 o morir por esta causa, como afirma Yeadon. No sólo pueden ser infectados por el nuevo coronavirus y propagarlo, sino también enfermar de covid-19 y algunos gravemente, al punto de necesitar hospitalización, cuidados intensivos o asistencia mecánica para respirar, según indican los CDC.

La OMS afirma que “cualquier persona, a cualquier edad, puede enfermar de covid-19 y presentar un cuadro grave o morir”.

De acuerdo con un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría y la Asociación de Hospitales de Niños, de abril de 2020 al 2021, hubo 3,782,724 de niños con covid-19 en Estados Unidos, lo que representa un 13.8% del total de enfermos. Sólo en la última semana de abril se reportaron 71,649 casos infantiles.

Lo que sí es cierto es que en comparación con los adultos, pocos niños se enferman con covid-19 y suelen presentar síntomas leves o ninguno. Si bien tienen las mismas probabilidades de infectarse y propagar el virus que cualquier otro grupo, según advierte la OMS, las probabilidades de desarrollar una enfermedad grave es menor.

No obstante, pueden padecer el síndrome inflamatorio multisistémico, “una enfermedad poco frecuente, aunque grave, que parece estar relacionada con la covid”, según destaca Unicef.

“En Reino Unido, por ejemplo, ni un solo niño que estaba saludable adquirió este virus y murió. Ni uno”, destaca Yeadon. Esto es falso pues, de acuerdo con un estudio publicado en The Lancet, en Reino Unido murieron por covid-19 siete niños de 0 a 9 años y 22 de 10 a 19 años, entre el 1 de marzo de 2020 y el 1 de febrero de 2021.

Y es que como aseguran los CDC, los niños pueden fallecer víctimas del covid-19, aunque ocurre “en casos poco frecuentes”.

El estudio reveló también que 0.48% de las muertes infantiles en siete países (Estados Unidos, Reino Unido, España, Italia, Alemania, Francia y Corea del Sur) se debió al covid-19. Si bien estos fallecimientos son raros, concluyó, “los niños continúan en su mayor parte, pero no completamente, a salvo del peor resultado de la pandemia”.

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La transmisión asintomática "fue inventada hace aproximadamente un año”
“No es cierto que las personas asintomáticas son una fuerte amenaza de virus respiratorio (…) porque para ser un peligro infeccioso necesitas estar lleno del virus y tener síntomas, para que expulses las gotículas del virus”.
Crédito: Cindy Ord/Getty Images

Yeadon afirma que “la transmisión asintomática, la idea de que una persona perfectamente sana represente una amenaza de virus respiratorio para otra persona, eso fue inventado hace aproximadamente un año, nunca antes se había mencionado en la historia”. Esto es falso pues, como afirma la OMS, infectados con el nuevo coronavirus que no presentan síntomas (asintomáticos) pueden contagiar a otros, aunque los estudios sugieren que en menor medida en comparación con los sintomáticos.

La transmisión asintomática sí fue desestimada al inicio de la pandemia y la OMS ha ido afinando sus observaciones, como recoge una verificación de El Detector. Pero ya no hay discusión, la evidencia es clara.

Una revisión de 61 estudios observacionales, publicada por Annals of Internal Medicine, muestra que al menos uno de cada tres infectados con el nuevo coronavirus es asintomático y que los infectados sin síntomas, tanto los presintomáticos (presentan síntomas luego) como los asintomáticos (nunca desarrollan síntomas), representan más de 40% de las transmisiones.

Un modelo analítico desarrollado por los CDC, cuyos resultados fueron publicados en Journal of the American Medical Association (JAMA), estima que 24% de las transmisiones del coronavirus provienen de asintomáticos.

La transmisión asintomática ya se ha visto en el pasado. “Muchos niños se infectaban y no desarrollaban la polio, pero podían transmitírsela a otros en la clase o donde fuera. Esa es una evidencia de que hay personas que son portadoras asintomáticas”, señala Estanislao Nistal Villán a El Detector. Otros ejemplos, añade, serían el virus del sarampión o ya en el terreno de las bacterias, la que causa la difteria.

Este virólogo explica que una de las razones por la que se contuvo muy bien el coronavirus original, el SARS 1 (que ocasionó un brote en 2003), fue que la mayoría de los enfermos tenía síntomas, por lo que podían ser aislados y detener fácilmente la cadena de transmisión. “En cambio, ahora no es así. Los asintomáticos juegan un papel fundamental en esta epidemia”.

Por eso, hay quien llama a la transmisión asintomática “amenaza silenciosa e invisible” o “propagación silenciosa”.

También es falsa la afirmación de Yeadon según la cual para ser un peligro infeccioso se necesita tener síntomas de modo de expulsar gotículas del virus. Estanislao Nistal Villán cuenta que “una persona asintomática produce tanto gotículas [gotitas expulsadas al respirar, hablar, toser o estornudar] como aerosoles [partículas más pequeñas que permanecen en el aire], lo único es que pudiera producir un poquito menos y durante menos tiempo. Puede ocurrir y no sólo con este agente infeccioso, con muchos otros”.

Un metanálisis de casi un centenar de estudios, publicado en The Lancet, encontró que la carga viral es similar entre sintomáticos y asintomáticos infectados con el nuevo coronavirus, aunque la duración de la diseminación viral es más corta entre quienes no presentan síntomas.

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“Las variantes son tan similares al original” que “es imposible que necesitarías una nueva vacuna”
“Hasta la fecha, no hay evidencia científica robusta que pruebe que ninguna de las variantes identificadas son más transmisibles o letales que el original”.
Crédito Thomas Kienzle/AFP vía Getty Images

Yeadon dice que “algunas personas llaman a las variantes ‘atemorizantes’, que están siendo usadas como una operación psicológica”, pero que él las denomina “igualantes” (juego de palabras entre “iguales” y “variantes”) por su parecido al original, que hace que el organismo no lo perciba como algo distinto, por lo que “no sólo es improbable, sino imposible, que necesitarías una nueva vacuna”.

Esta afirmación es engañosa pues aunque en efecto hasta ahora no ha habido una variación significativa del nuevo coronavirus, esto no quiere decir que no pueda ocurrir. No en vano las variantes son monitoreadas y clasificadas como de interés, de preocupación y de gran consecuencia. Por lo pronto, no hay ninguna identificada como de gran consecuencia.

Si bien hay investigadores que afirman que el nuevo coronavirus “muta muy modestamente” y “cambia mucho más lentamente que el VIH o la influenza”, esto no implica que con el tiempo no pueda acumular importantes mutaciones.

“Algunos tipos de variantes podrían ser neutralizados eficazmente por las vacunas actuales, mientras que otros podrían no serlo. En la actualidad, aún no hay evidencia de que este sea el caso”, señala el profesor Joaquin Madrenas a El Detector.

Las vacunas autorizadas en Estados Unidos reconocen las variantes circulantes, según afirman los CDC, aunque advierten que los científicos evalúan la posibilidad preocupante de que lleguen a eludir la inmunidad inducida por la vacuna.

El doctor en Virología y Biología Molecular por la Escuela de Medicina NYU-Mount Sinai de Nueva York, Estanislao Nistal Villán, indica a El Detector que “tiene todavía que variar mucho el virus para cambiar lo suficiente como para evadir la inmunidad generada por las vacunas de manera sustancial”. En cualquier caso, agrega, no cuesta mucho esfuerzo modificar las vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna).

El vacunólogo Philip Krause, quien preside un grupo de trabajo de la OMS sobre vacunas contra el covid-19, afirma que sí es posible que el virus evolucione volviéndose resistente a las vacunas, por lo que haría falta actualizarlas, según recoge la revista Science.

Los laboratorios ya se están preparando para adaptar las vacunas ante el escenario de una pérdida de protección de sus vacunas.

Pfizer/BioNTech anunció que inició las evaluaciones de una tercera dosis de refuerzo frente a las variantes circulantes y a las que potencialmente podrían aparecer. Moderna completó el desarrollo de un refuerzo específico para la variante surafricana y la remitió a los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos para comenzar los ensayos.

En el video, la entrevistadora cita un artículo del que Yeadon fue coautor en el que se apunta que “hasta la fecha, no hay evidencia científica robusta que pruebe que ninguna de las variantes identificadas es más transmisible o letal que el original”. Esto es falso en cuanto transmisibilidad pues las variantes detectadas inicialmente en Reino Unido (B.1.1.7) y en Suráfrica (B.1.35) tienen 50% de aumento de transmisibilidad y la de California (B.1.43), 20%, de acuerdo con los CDC. En lo relativo a la letalidad, no hay evidencias.

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El coronavirus “es menos letal en personas menores de 70 años que la influenza”

“Es un virus realmente intimidante si eres viejo y estás enfermo, pero es menos letal para las personas menores de 70 años que la influenza”. “Toda la población trabajadora tiene menos riesgo que con la influenza”.
Crédito: Pedro Pardo/AFP vía Getty Images

Yeadon dice que el nuevo coronavirus “es intimidante si eres viejo y estás enfermo, pero es menos letal para las personas menores de 70 años que la influenza”. Esta afirmación es engañosa y falsa porque si bien la población más joven sana tiene menos riesgo de ser víctima del covid-19, eso no quiere decir que esta enfermedad sea menos letal que la gripe en menores de 70 años.

“No. El covid-19 tiene una mortalidad más alta que la gripe (entre 3 y 5 veces, según las estadísticas) en general, y es más alta en las personas de edad avanzada”, indica el profesor Joaquin Madrenas, quien fue consultado por El Detector sobre esta afirmación de Yeadon.

Pero veamos las cifras sobre la influenza estacional y el covid-19, que compararemos no en menores de 70 años, sino de 65, pues es como son desglosados por los CDC. Si sumamos todas las temporadas de gripe del 2010 al 2020 fallecieron en total 75,768 menores de 65 años, cifra inferior a las 91,075 muertes registradas por coronavirus en ese rango de edad del 21 de enero de 2020 al 17 de mayo de 2021.

El virólogo Estanislao Nistal Villán no comparte la aseveración de Yeadon y destaca que hay que distinguir entre la influenza estacional y la pandémica. Con el nuevo coronavirus, señala, estamos hablando de un virus pandémico, que en todo caso sería equivalente a la gripe de 1918, de 1957, de 1968 o a la pandemia más cercana, de 2009.

Explica que la gripe de 1918 golpeó con más fuerza a la gente joven debido a que no había sido expuesta a un virus similar en los últimos 40 o 50 años, a diferencia de los mayores pues muchos tenían inmunidad previa. “La gripe es menos letal en personas que han pasado previamente una gripe parecida”, destaca Estanislao Nistal Villán a El Detector.

“El coronavirus es más letal en personas mayores no porque no tuvieran inmunidad previa. No hay evidencia en la historia de un coronavirus similar a este que nos haya permitido generar una buena protección y que nos sirva de memoria. Esta enfermedad afecta más a las personas mayores por su deterioro del sistema inmune y parece también de su sistema cardiovascular. Eso no es semejante a lo que ocurre con la gripe”, agrega.

Un estudio de los CDC, publicado en Clinical Infectious Diseases, estima que en la última pandemia de influenza hubo, del 12 de abril de 2009 al 10 de abril de 2010, en Estados Unidos 12,469 muertes, de las cuales 10,847 (85%) ocurrieron en menores de 65 años. En cambio, 80,228 más personas de estas edades fallecieron por covid-19 hasta el 17 de mayo de 2021.